David Pease, 23, heroína
Last Updated: Tuesday November 30, 2021
Relatado por su padre
Mi esposa y yo nos divorciamos cuando Dave tenía 15 años y trataba de encontrarse a sí mismo. Pasó buena parte del resto de su adolescencia buscando respuestas en una mezcla de mariguana, cigarrillos y alcohol. Con el tiempo se hizo evidente que consumía drogas y yo tenía fricciones con él a menudo. En retrospectiva, puedo decir que yo era bueno para confrontarlo, pero no para abordar y solucionar la causa del problema.
Siempre lamentaré no haber tenido la fuerza para insistirle que buscara ayuda para su problema de abuso de sustancias. Su madre y yo lo intentamos en muchas ocasiones pero Dave protestaba vehementemente y se empecinaba. Nunca se nos ocurrió que su necesidad de ponerse en onda lo llevaría a experimentar con heroína.
Un día, el teléfono sonó a las 4 de la mañana. Era del Hospital Stamford y la voz me dijo: “Su hijo Dave está aquí y hubo un accidente.” Y agregó: “¿Hay alguien que pueda venir con usted?” En ese momento lo supe. Desperté a su hermano menor, Casey, y en el auto fuimos en silencio a la sala de urgencias. Nos llevaron a una sala de espera donde estaba sentada una afligida pareja joven tomada de las manos. Habían estado con Dave en la ciudad de Nueva York y lo llevaron al hospital. Después de unos 10 minutos llegó una enfermera y me pidió que fuera con ella. Cuando me llevaba a una sala cercana, se apareció el capellán del hospital y me tomó del brazo. En una fracción de segundo, mi corazón y mi vida, como la conocía, se detuvieron.
Ver el cuerpo sin vida de Dave fue toda una sacudida. No sabía si podría o querría dar otra respiración. Como católico practicante, instintivamente susurré el acto de contrición en su oído, pidiéndole a Dios que lo aceptara como si proviniera del propio Dave.
Desde entonces las horas y los días persisten con aspecto borroso. Me enteré que los amigos de Dave lo llevaron en el auto por horas antes de buscar ayuda. Habían estado en un bar de la ciudad y aseguraron que cuando Dave regresó del baño dijo que se había metido una “cosa”, que se sentía raro y luego se desplomó. Tuvieron miedo de meterse a sí mismos o a Dave en problemas, así que lo cargaron al auto y condujeron de regreso a Connecticut. Desperdiciaron minutos valiosos que le hubieran podido salvar la vida de haber actuado responsablemente y buscado ayuda médica inmediata.
Dos años después perdimos a Casey, nuestro segundo hijo, en un accidente causado por conducir en estado de ebriedad. Se quedó dormido al volante después de haber bebido sin parar toda la noche y estrellarse contra un árbol. Desconectar a un hijo del soporte vital es una decisión que ningún padre debería de tener que tomar, pero yo sabía que él no hubiera querido vivir en estado vegetativo. Nuestro hijo menor, Brian, no pudo tener una adolescencia más horrorosa y, sin embargo, ha seguido adelante. Me siento increíblemente orgulloso de él, por lo que ha sufrido y porque sigue mostrando valor ante el inimaginable dolor de haber perdido dos hermanos por las drogas y el alcohol.