La historia de Michael Waggoner
Last Updated: Thursday March 28, 2024
Yo era apenas un niño, el chico cerebrito, y sentía no encajar en ningún grupo específico de gente. Quería ser aceptado, así que empecé a llevarme con los chicos buena onda y a salir de fiesta. Parece que así comenzó todo. Pasó de lo ocasional a una especie de rutina cada vez que tenía la oportunidad. Pasé de fumar yerba a fumar yerba y beber alcohol, y a tomar cualquier cosa de la que pudiera echar mano. Encontré la libertad en estar colocado y, por primera vez en mi vida, me sentí a gusto.
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Conforme avanzaban las cosas, con el tiempo me volví adicto y me enamoré de los opiáceos. Empecé a tomar Oxycontin en 2009, lo que después me llevó a usar heroína. Mi adicción a ella asumió la prioridad sobre cualquier cosa que hiciera en la vida. Morí en total 15 veces debido a sobredosis de drogas. Podría pensarse que sufrir sobredosis una y otra vez me produciría el deseo de volverme sobrio. La verdad es que yo quería morir. Odiaba profundamente a la persona en que me había convertido como resultado de mi adicción a las drogas y al alcohol.
Fui arrestado numerosas veces por conducir en estado inconveniente, por hurto en tiendas, por latrocinio, por posesión, por conducir con licencia revocada y por albergar a un prófugo. Estaba en un camino de destrucción total. Estuve en siete programas de terapia y en numerosos centros de desintoxicación. Traté una y otra vez de enderezar mi vida.
En abril de 2019 regresé a la cárcel por violar mi arresto domiciliario, pues me daba mis “pasones” en otro programa y simplemente estaba harto. Por primera vez en mi vida me sentí derrotado por completo. Así, cuando fui a la cárcel en abril, me di por vencido y le pedí ayuda a Dios. Estaba listo para tomar una dirección diferente en la vida y harto de hacer lo mismo una y otra vez. Me cansé de lastimar a los demás, de lastimar a mi familia, y de no poder tener hijos, pues la adicción controlaba mi vida. En ese momento decidí que si me daban otra oportunidad de enderezar mi vida, la iba a aprovechar y a seguirla.
Estuve alrededor de 130 días en la cárcel y me dieron una oportunidad más de cambiar mi vida. Entré a un programa de recuperación de largo plazo con Recovery Point y así empecé mi jornada para cambiar. Ahora tengo nueve meses de vivir completamente libre de sustancias. Esta vez todo me cambió, tuve el don de la desesperación y estuve dispuesto a realizar cualquier cosa que me pidieran para lograr la sobriedad a largo plazo. Recuerdo estar acostado en la cárcel, implorándole a Dios que me ayudara y dispuesto a ejecutar absolutamente cualquier cosa que necesitara para darle un nuevo rumbo a mi vida. En lugar de verlo como una consecuencia, lo vi como una oportunidad.
HOY: Me devolvieron mi vida. Estoy reconstruyendo las relaciones con mi familia. Estoy reconstruyendo la confianza. Hoy ya puedo ser padre y ser una influencia positiva en mi hijo. Sigo trabajando para arreglar los destrozos de mi pasado. Soy asesor en recuperación y puedo ser una fuente de luz en un mundo de tinieblas, y ver a otros transformarse al encontrar el propósito de su vida.
Esa es la salida. No es fácil, pero a fin de cuentas vale la pena. Vivir la vida no es sólo cosa de levantarse y preocuparse por la próxima dosis que nos vamos a meter. Hagamos lo que hagamos, en última instancia la realidad sigue ahí. Es algo que se tiene que enfrentar. Es sólo cuestión de buscar ayuda y de recibir orientación para hacerle frente. Hay libertad en el hecho de que podemos despertar cada día con la conciencia clara de que el día anterior no dañamos deliberadamente a nadie por nuestro beneficio egoísta. Hoy me esfuerzo por ser un rayo de esperanza y por tener la capacidad de compartir mis experiencias personales con otros, con la esperanza de llevarlos hacia una mejor forma de vida.
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